Los aberrantes asesinatos de niños en San Juan

El caso de Lucio Dupuy, el nene de cinco años que fue asesinado a golpes por su madre y la pareja de esta, estremeció a todo el país. El pequeño sufrió un terrible castigo en manos de su progenitora (una joven de 24 años) y su novia, de 27. 

Este caso guarda similitudes con otros ocurridos en la provincia de San Juan y que causaron conmoción en la sociedad sanjuanina debido a la brutalidad con la que estos chicos fueron tratados.

Yutiel Castro

El pequeño Yutiel tenía un año y siete meses cuando Nahuel Flores, (quien en ese entonces tenía 17 años) y su hermano Jonathan Flores (25) acabaron con su vida tras propinarle una golpiza. Un violento golpe le destruyó el hígado y le ocasionó una grave hemorragia.

El pequeño vivía junto a su madre Johana Castro (22) en una panadería abandonada en una esquina de calle Arenales en Villa del Carril. La mujer ejercía la prostitución y sufría adicción a las drogas.

Nahuel Flores era su pareja y la llevó a vivir allí junto al pequeño Yuthiel. En esa panadería abandonada, además, vivía su hermano Jonathan con su mujer y sus hijos.

La noche del 8 de mayo de 2014, su madre salió por la noche y cuando volvió encontró al bebé gravemente herido. Inmediatamente lo llevó al hospital donde constataron que había sufrido más de 40 lesiones en todo el cuerpo, desde golpes y mordidas hasta quemaduras de cigarrillos.

El pequeño murió pocas horas después de ser hospitalizado y las sospechas recayeron sobre su padrastro y el hermano de este.

Jonathan Flores fue condenado en 2017 a la pena de prisión perpetua, señalado como el autor material del hecho. Por otro lado, Nahuel fue condenado a 10 años de prisión por ser el coautor del hecho. Fue juzgado en el fuero de menores ya que al momento de cometer el crimen tenía 17 años.

La madre de Yuthiel murió 6 meses de después del asesinato de su hijo, el 18 de noviembre de 2014, en un siniestro vial.

Zoe Aballay

La pequeña Zoe Aballay de tan solo 4 años fue sometida al más aberrante de los actos. La noche del 19 de noviembre de 2016, su tío Ezequiel Mereles, la violó y la golpeó tan brutalmente que le causó la muerte.

La abuela de la menor, Marcela Barrionuevo, salió desesperada en búsqueda de ayuda. Sin embargo cuando la mujer llegó al hospital dijo que la pequeña se había descompensado y afirmó que no sabía la razón.

En el nosocomio constataron que, efectivamente, Zoe había muerto y además, había sufrido abuso sexual. Estaba golpeada.

Mereles, hermano de la madre de la pequeña, fue condenado a prisión perpetua por abusar y asesinar a su sobrina, mientras que la abuela recibió una pena de 3 años de prisión en suspenso por encubrir a su hijo, el asesino.

La mujer zafó de ir a prisión ya que la condena no había quedado firme. Pero justo cuando la Justicia estaba a punto de ratificar la sentencia para que cumpla su pena en el Servicio Penitenciario, murió a causa una enfermedad terminal que padecía. Había pasado algunos meses después del juicio.

Exequiel Cuello

La tarde del 10 de diciembre de 2019, el pequeño Exequiel Cuello de 4 años de edad ingresó inconsciente al Servicio de Urgencias del Hospital Rawson con un fuerte golpe en su cabeza. Al llegar, los médicos confirmaron lo peor: había sufrido muerte cerebral.

Es por eso que quedó internado en Terapia Intensiva, en estado vegetativo. Más tarde se comprobaría que presentaba signos de abuso sexual.

El principal apuntado por el crimen fue el padre del menor, Exequiel Contreras. Según las primeras versiones, todo comenzó cuando el hombre metió al pequeño a bañarse. Según dijo en su declaración, el pequeño se resbaló y golpeó su cabeza pero que lo bañó sin problemas. Luego, lo acostó a dormir pero cuando la madre lo fue a ver no reaccionaba.

Cuando el pequeño ingresó al hospital los médicos sospecharon de esa versión ya que el pequeño evidenciaba signos de maltrato y abuso sexual.

Contreras fue detenido y luego procesado por abuso sexual con acceso carnal agravado y homicidio agravado, en concurso real. Permanecer alojado en el Penal de Chimbas, a la espera del juicio en el que podría ser condenado a prisión perpetua.